En síntesis: la estabilidad del régimen del MAS durante su primera década no puede entenderse sin considerar la dinámica profunda de la disonancia cognitiva. La negación del peligro, reforzada por la propaganda constante y la astuta gestión del lenguaje y los medios y redes, no solo permitió la continuidad del proyecto político, sino que consolidó un consenso social en el que la obediencia se transformó en la vía más segura.
La renuncia a la crítica profunda se convirtió, en última instancia, en el precio psicológico pagado para evitar la ansiedad y mantener viva la ilusión compartida de un futuro mejor. El quiebre de ese fenómeno psicosocial se produjo en dos momentos: en 2016, con el referéndum que le negó la posibilidad de una nueva reelección a Morales, y en 2019, con una movilización ciudadana multitudinaria.
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El analista Renzo Abruzzese no es miembro de Una Nueva Oportunidad. UNO alienta el debate pero no se adscribe necesariamente al contenido de este artículo.
