El analista Juan Carlos Zuleta desnuda distorsiones profundas en el padrón electoral: un crecimiento inusitado de personas inscritas en el periodo 2014 - 2015 frente a 2020; el padrón de inscritos fue superior a la proyección del INE para 2019; para 2020 existe una bolsa de 1 millón de registros que no tiene asidero racional.
En días recientes, han surgido dudas respecto a la limpieza y transparencia del proceso electoral celebrado el 18 de octubre del presente año en Bolivia. La mayor atención se ha concentrado en el padrón, es decir en la base de datos de las personas inscritas para votar. ¿Por qué? Algunos analistas han observado el crecimiento inusitado del padrón en los últimos años cuando, en particular, se compara las cifras del 2020 con aquellas correspondientes a 2014 y 2015. Estos cuestionamientos han cobrado una relevancia superlativa al haberse conocido que en marzo de este año el Servicio General de Identificación Personal (SEGIP) remitió una nota al Tribunal Supremo Electoral (TSE) solicitando iniciar un trabajo de contrastación masiva del padrón electoral para evitar posibilidades de fraude en 2020, la misma que no habría sido atendida de manera adecuada por el TSE1, así como las cartas enviadas por una vocal del TSE al Secretario General de la Organización de Estados Americanos (OEA), en las cuales solicita una auditoría precisamente al padrón electoral2.