En resumen, sea porque se alientan ocupaciones de baja productividad, o se premian otras que no aportan productivamente a generar valor y empleo productivo, la tasa de crecimiento de la economía boliviana, bajo el actual modelo, no guarda relación con el bienestar general de los hogares. Y, la alta incidencia de la informalidad, no es una nimiedad intrascendente, sino una fuerte llamada de atención sobre el extravío conceptual (ausencia) de las políticas de equidad, diversificación productiva y desarrollo. Si, en lugar de insistir en el extractivismo rentista, la política se concentrara en crear 150.000 puestos de trabajo con la productividad promedio de América Latina, nuestro PIB aumentaría cada año en más de 3 mil millones de dólares que, hoy, significaría un crecimiento del 8%. Así nomás es.
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