Hay otra vía, por si acaso, corta y expedita, estalinista: la liquidación de la independencia judicial, con fiscales y jueces convertidos en comisarios políticos del poder. Como en Brasil hizo Lula y como Sánchez intenta hacer en España, hoy. La explicación es que la única garantía del cumplimiento de la Constitución y las leyes para el resguardo y restitución de los derechos de las personas y la sanción a quienes actúen ilegalmente es una justicia independiente (...) Sin ella, el Estado de derecho muere, y sin el muere la democracia, pues el poder abusa y la impunidad campea. Vulneran derechos y leyes, se enriquecen ilícita e ilegalmente, sin riesgo alguno.
Eso es fascismo, antítesis de la democracia. Es la manera en que estos canallas manejan el poder, erigiéndose como oligarcas de la corrupción y el crimen, despojando a las personas de su dignidad y derechos, condenándolas a la miseria para someterlas, a nombre de la justicia, además. Contra eso debemos luchar, de palabra y de obra. Sin descanso.
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