Hasta entrado el siglo XX se dudaba de la existencia de la literatura boliviana. “Habría que empezar por establecer si existe”, se preguntaba el historiador Enrique Finot al abrir, en 1942, su largo catálogo de las letras nacionales, el primero que tuvo la aspiración de establecer una lista razonada completa de los escritos producidos en Charcas desde fines del siglo XVI. Hoy, a 200 años de la República, pocos dudan de esa existencia, pero, como Finot, seguimos haciendo su reconocimiento y enumeración.
El analista Mauricio Souza no es miembro de Una Nueva Oportunidad. UNO alienta el debate de ideas pero no se adscribe necesariamente al contenido de este artículo.
