Una de las conclusiones a las que arriban los autores es que “En Bolivia, la lucha armada ha tenido un impacto mínimo en el curso de los hechos históricos. Hubo muertos y heridos, pero no un baño de sangre. Creo que esta es la conclusión más controversial pues por un lado basta una muerte en esas circunstancias para rechazar esos métodos, especialmente por lo inútil, y por el otro, si bien es cierto muchos de los protagonistas de esas organizaciones entraron después al juego electoral como parte del MAS, como lo muestra el libro, ninguno hizo una autocrítica ni reivindicaron ni practicaron la democracia como valor fundamental; más bien trasladaron el autoritarismo militar a los gobiernos del MAS, en los que, al igual que en las guerrillas, la disidencia es castigada y el estigma de traidor que castigó a Monje, se reproduce hasta hoy. Un último ejemplo: el fallido congreso del MAS ostentaba un cartel que rezaba “El Che vive en Lauca Ñ”.
https://brujuladigital.net/opinion/el-che-vive-en-lauca-n
Nota del Editor: Sonia Montaño no es miembro de Una Nueva Oportunidad. UNO alienta el debate y no se adhiere a los contenidos de este artículo.
