Ya en los años 80 los reclamos de la comunidad campesina potosina de Villa Pampa, ubicada en el límite con Chuquisaca, y de diversas organizaciones ecologistas, dieron cuenta de que el color casi negro de las aguas del río Pilcomayo, signo de su grado de contaminación, se debía en gran medida a la descarga de desechos mineros del más importante centro productivo departamental emplazado desde 1545 a los pies del “coloso de plata”: la ciudad de Potosí.
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